Víctor Gonzalez, Lesión medular, Asturias, España.

Lesión medular

"No lo intentes, hazlo"

Víctor Gonzalez

Víctor Gonzalez

Imagen de perfil de Víctor Gonzalez, Lesión medular, Asturias, España

Hace tres años, en la alta montaña, sufrí un accidente de snowboard, me rompí las vértebras c5 y c6 con una invasión medular del 30% , me llevaron en helicóptero al Hospital Vall d’Ebron, donde me operaron de urgencia y después de la operación me diagnosticaron una tetraplejia, de cuello para abajo, los pronósticos eran muy malos, hablaron con mi familia para que adaptara la casa, solo podía prácticamente mover los ojos, tenía el cuello bloqueado después de la operación.

Los primeros pensamientos, al principio, fueron bastantes turbios, sobre todo pensaba en mi familia, en el dolor que le estaba suponiendo a todo el mundo, a mis amigos, la carga que les supondría hacerse cargo de mí durante toda la vida, porque no yo iba a poder hacerlo por mí mismo. Me atormentaba y lo primero en lo que pensé fue una solución fácil que era suicidarme, pensé en la eutanasia. Aunque pueda parecer, en un principio, que llegar a esto fue duro, para mí fue fácil, tenía la suerte de haber vivido una vida plena, había hecho de mi hobby mi manera de vivir, había amado, tenía unos amigos increíbles, realmente disfrutaba mucho de la vida, la mayoría de los momentos me sentía feliz, no tenía hijos, no dejaba dinero, pensaba que ya había pasado el examen de la vida,  y lo había aprobado con nota. Marcharme, aunque fuera relativamente joven, tampoco era un gran pesar.

Cuando me di cuenta de que yo solo no podía ni siquiera suicidarme, no podía mover las manos, no podía mover nada, empecé a pensar en amigos que por amor, podrían hacer este acto y ayudarme a consumarlo y a medida que lo iba pensando, a imaginare sus caras, cogí fuerza de ellos e intenté superar este paso para demostrarles que era recíproco el amor que sentía por ellos y por mi familia.

Mi familia estuvo conmigo en todo momento, mi madre, mi novia y mi hermana que es médico, se quedaron conmigo los tres meses que estuve en Vall d’Ebrón, estuvieron absolutamente todos los días conmigo, a las duras y a las maduras.

Cuando pensaba en personas que me podrían ayudar, personas de mi círculo íntimo, que se preocupaban por mí, sentí muchísimo el amor y el dolor que tenían por todo lo que me estaba pasando.  Estas ahí, lo único que tienes es la mente, el cuerpo no funciona y parece una tontería, pero es como si la mente abriera nuevas puertas de comunicación, es lo único que tienes, estás en una cama y lo único que puedes hacer es usar tu mente. Esto te hace mucho más perceptivo a las cosas, percibía mucho más el amor y el dolor de estas personas y al darme cuenta de todo lo que mi lesión estaba produciendo, me sentí en la necesidad de, al menos, intentarlo por ellos.

Empecé a concentrarme, a recibir la energía positiva que me mandaba la gente que me quería e intenté proyectarla. Al inicio, intentando mover  el dedo gordo del pie, un día mi madre me despertó de ese proceso de meditación avisándome que estaba moviendo el dedo del pie, abrí los ojos y fue una alegría. A partir de ahí empecé a trabajar duramente. Aunque suene fácil, no fue producto solamente de la meditación, estaba obsesionado con la rehabilitación hasta el punto de que cada vez que tenía gente en la habitación, como no podía, al principio, rehabilitar solo, les obligaba a cogerme la mano, a moverme los dedos, las articulaciones, las piernas. Poco a poco empecé a hacer pequeños movimientos como poner una goma del pelo entre los dedos e intentar separarlos un poco, fue todo muy duro. La gente que quiere intentarlo, al principio, tiene que darse cuenta de que va a ser duro, de que hay que marcarse metas muy, muy pequeñas, cada día mejorar un poco respecto al día anterior, mentalmente ser más fuerte que el día anterior.

Tuve la gran suerte de que en el hospital, en la planta de lesiones medulares, me cambiaron mucho de habitación, y me permitió estar con personas que tenían una historia parecida a la mía, tenían una familia parecida a la mía, y de todas esas historias me fui nutriendo, fui cogiendo lo bueno, separando lo malo y haciendo mi propia receta para utilizarla conmigo mismo y con mi rehabilitación. Hay veces, en este proceso, que tienes que ir en contra de lo que puede pensar un médico, como fue el diagnostico que me dieron al principio, o también de las personas que creen conocer mucho el tema de las lesiones medulares, pero hay en este campo todavía está mucho por desarrollar, lo que a veces te hace tomar caminos diferentes de lo que te marcaban los médicos o el propio hospital.  

"La discapacidad es la gran capacidad que tenemos de ser extraordinariamente capaces"

Foto de la historia de salud de Víctor Gonzalez, Lesión medular, Asturias, España

A mí me salió bien, pero hay una palabra que engloba todo este proceso de rehabilitación que es  la actitud. La actitud que tú tomes frente a la lesión lo multiplica todo. Es un camino largo, es un camino duro y hay muchos sitios donde te puedes quedar en la cuneta si mentalmente no tienes la fuerza y la motivación para seguir. Mi motivación era volver otra vez a la montaña, volver a hacer snowboard, recuperar más o menos la vida que tenía, no me conformaba con, simplemente ir al baño y ocuparme de mis necesidades solo. Ese fue el secreto, conocí a muchas personas en los hospitales que se conformaban con rehabilitar para ir al baño solos, para que no les tuvieran que lavar y en el momento que conseguían eso, ahí se quedaban, o personas que en un principio se creyeron el pronóstico que les daban y no lo intentaban y ahora están en silla de ruedas cuando a lo mejor podrían estar caminando. Estoy seguro de que muchos, si hubieran tenido una actitud parecida a la mía, ahora podrían estar caminando y tener una vida mucho más independiente.

Estuve prácticamente entre hospitales aproximadamente un año. Es duro, como muestra de la dureza de aquellos días, cuando me preguntaron en el hospital si quería la jornada de mañana o la de tarde para rehabilitar, elegí las dos, sin fuerzas en los brazos para empujar la silla de ruedas, comía en el parking, entre los coches  y dos días a la semana iba a un fisioterapeuta externo, todo esto sin que lo supieran en el hospital y los rehabilitadores de la mañana que tenia sesión de tarde y viceversa. Después iba a casa, me echaba en la cama y meditaba para coger fuerza mental para enfrentarme al día siguiente a todo esto.  

Ahora puedo hacer snowboard, he ido a unos juegos paralímpicos y puedo decir que he tenido una gran recompensa con el esfuerzo que he realizado. Me he esforzado mucho y sigo haciéndolo.

El éxito de mi rehabilitación no solo ha sido solo el reflejo de mi actitud sino que he tenido el entorno adecuado con los amigos y la familia. El merito lo comparto con ellos. A mi madre le prometí, estando en el hospital, cuando solo movía el cuello, que iba a ir a unos Juegos Paralímpicos y en los Juegos Paralímpicos de Pieonchang, en la última bajada me abracé a mi madre, fue algo maravilloso, como haber acabado un ciclo, una meta muy grande que nos habíamos propuesto y que habíamos conseguido.

No hay que intentarlo, hay que hacerlo, trabajar desde el primer dia sabiendo que va a haber momentos duros, que es lógico que te los vas a tener que permitir, hay días que estarás destrozado y no supone que lo estés haciendo mal, te tienes que permitir estar mal, pero esos días no pueden alargarse en el tiempo y hay que empezar a hacerlo. Un consejo que a mí me vino bien y que tarde en darme cuenta, me lo dieron la primera vez que me cambiaron de habitación, un tío que no se cortaba ni con cristales, me di cuenta que los lesionados medulares perdemos la dignidad de golpe en el hospital, te tienen que lavar, ayudar a hacer tus necesidades, a comer, y pierdes la autoestima. Es difícil empezar sin dignidad y autoestima a empezar  a trabajar en un proyecto que va a ser tu rehabilitación, si eres una persona como la mayoría de las personas que vi en el hospital y como yo era al principio, no pides, no exiges lo que en un momento dado te apetece o te gusta o dices lo que te hacen mal. Para realizar estas tareas, hay personas que se nota que se dedican sin ninguna vocación y para recuperar la dignidad vas a tener que encontrar tu sitio en el hospital y decir a estas personas lo que te parece bien y mal, las personas que te tratan bien y las que te tratan mal. El comenzar el día de una manera digna, te va a ayudar mucho a poder empezar a hacer una base de trabajo.

Actualmente la parte izquierda la tengo más afectada que la derecha, tengo espasticidad que es una rigidez muscular que no me permite  que los músculos estén flexibles y trabajen de la manera que mi cerebro quiere, pero puedo caminar, no muy rápido pero puedo, puedo hacer snowboard, puedo andar en bicicleta eléctrica, tengo un 75% de discapacidad, aunque no se nota mucho. Lo bueno entre comillas de tener esta discapacidad es que te encuentras retos divertidos, muy fácilmente, antes, para encontrar un reto, tenía que ir a escalar una montaña, ahora, a lo mejor, encuentro un río de cuatro metros y simplemente cruzarlo de piedra en piedra, para mí ya es una aventura enorme.  Encuentro aventuras en cualquier mini reto, que para cualquier persona puede ser una tontería pero, que para mí, es como escalar el Everest.

La discapacidad es la gran capacidad que tenemos de ser extraordinariamente capaces.

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