Angel Corchuelo, Adicción y toxicomanía, Madrid, España.

Adicción y toxicomanía

"Poco a poco recuperando la confianza"

Angel Corchuelo

Angel Corchuelo

Imagen de perfil de Angel Corchuelo, Adicción y toxicomanía, Madrid, España

Me llamo Ángel, soy enfermo alcohólico, vivo en Getafe y tengo 48 años, estoy casado y tengo dos niños: un niño y una niña.

El tema del alcoholismo viene desde hace ya bastante tiempo, empecé como bebedor social pero poco a poco entras en una debacle por problemas e historias de la vida, el trabajo fuera, el paro… entras en una vorágine y acabas cayendo en la adicción.

 Empecé como empiezan todos los jóvenes, con 15, 16 años, por las fiestas, pruebas algún tipo de drogas, sobre todo el cannabis y luego en la mili también abusé mucho del tema del hachís, luego se me fue pasando pero el alcohol seguía presente, siempre ha estado presente.  

Cuando dejé la mili empecé a consumir alcohol a diario y cuando empecé a trabajar igual, trabajaba fuera y me encontraba solo de lunes a viernes, era consumo diario, desde por la mañana hasta que me dormía. Desde los 21 años estuve así hasta que en la última etapa, me pillo la crisis y me quedé en el paro y estuve 4 años sin trabajar. Me quedaba solo en casa, mi mujer se iba a trabajar y los niños iban al colegio, yo  me encerré en mí mismo y lo pagaba todo con el alcohol. Consumía desde que se marchaban hasta que llegaban. Así pasé esos 4 años. Psicológicamente estaba fatal, fueron años terribles.

Llegó un momento en que intentamos montar un negocio a ver si levantábamos cabeza y fue a peor todavía. Me enfrentaba con la familia de mi mujer, me enfadaba y yo no paraba de consumir.  Llegó un punto que tuvimos una bronca muy gorda y me echó de casa. Hace ya casi tres años. No podía más y además nuestra hija tenía 20 años y había tenido que soportar mucho tiempo mi adicción. Mi mujer y ella son los que lo han pasado peor, el niño era más pequeño y no lo vivió tan intensamente. Han sido muchos años para ellas de aguantar y aguantar y ocultar mi adicción de cara a los demás. El varapalo es duro y muy fuerte.

Las broncas eran continuas, nunca han llegado a nada físico, pero psicológicamente con el paso del tiempo te das cuenta de que las has maltratado. Todos tenían la culpa menos yo. En el trabajo no me ha afectado porque siempre he sido muy responsable, nunca falté a mi trabajo y nunca tuve problemas.

Por mediación de un familiar de mi mujer, que conocía a otro compañero de la asociación AARIF, me comentó que había una asociación que me podía ayudar. Se me encendió una luz. En aquellos momentos ya no estaba en casa, hablé con mis padres, tuvieron que venirse del pueblo y le dije a mi madre –no me dejes solo ni un minuto, no sé lo que puedo llegar a hacer, no me dejes solo, ya verás como todo va a ir bien- . Así  llevo ya tres años, sin consumir.

A los seis meses, pude volver a casa y poco a poco mi mujer se fue dando cuenta que lo que tenía era una enfermedad.

Cuando se me encendió el chip y fui a la asociación tenía claro que no podía seguir así, fui convencidísimo, sabía que tenía que pararlo, que tenía una enfermedad y que la cura estaba en la asociación. Yo solo no podía, necesitaba ayuda familiar y ayuda a base de terapia.

Cuando volví con mi mujer, el familiar que me había comentado lo de la asociación me acogió para trabajar. No me lo esperaba, fue una de las cosas más increíbles que me han pasado en la vida. Necesitaba un trabajo estable e ir recuperando poco a poco las ganas de luchar. Me vino genial y empecé a ver la luz. Mi mujer también se dio cuenta que estaba cambiando. Todavía me queda mucho por hacer, mi hija también empezó a darse cuenta y empezó la cosa un poco a funcionar.  

En la asociación la acogida fue muy buena, fui con mis padres, que siguen yendo conmigo, en realidad, fueron mi pilar. Al principio estás como en un sueño pero, poco a poco, te vas dando cuenta que hay mucha gente que le pasa lo mismo, con problemas muy similares. Eso te une y te ayuda a integrarte. Es difícil hasta que uno suelta todo lo que lleva dentro, una vez lo sueltas  empiezas a entablar amistad y a encontrarte mejor. Somos un grupo muy majo. Estoy muy contento con ellos y muy agradecido. También estoy muy involucrado y voy a todas las charlas y congresos. En el trabajo también lo entienden y me apoyan. Una vez que he entrado en la asociación ha ido todo rodado. La asociación es mi segunda familia.

El primer año es duro y no lo entiendes, todas las limitaciones que te tienes que poner, cambiar las amistades, pero cuando entras en la dinámica te das cuenta de que es bueno. Al principio es todo nuevo y como muy agresivo, pero si no es así, no eres capaz de salir. Hay que cumplir las reglas de la terapia y además tenemos a Cristina la psicóloga que nos ayuda mucho. El grupo te hace fuerte y te hace tirar para adelante.

"No es solo dejar el alcohol, es devolver lo que has quitado"

Foto de la historia de salud de Angel Corchuelo, Adicción y toxicomanía, Madrid, España

Tienes una enfermedad, no es ningún vicio. Hasta el octavo mes no te das cuenta de la trascendencia y de que es para toda la vida. Somos enfermos adictos, y esa adicción está ahí para toda la vida. Tenemos mucha suerte de tener a la asociación que siempre está ahí, es un gran escape. Tienes como unos dientes de sierra muy grandes, pasas a estar muy contento, sobre todo cuando empiezas a recuperar cosas, la familia, el trabajo, te generan picos de euforia. Estuve tomando medicación dos años porque no me fiaba de mí mismo. Es muy importante el momento en que dejas la medicación y saber que a partir de ahí, eres tú el que dice que no. Hoy puedo decir que estoy empezando a fiarme de mí, que estoy bien.

Me ha ayudado mucho el estar trabajando, si no hubiera conseguido el trabajo me hubiera costado mucho más. Aquellos 4 años los tengo muy grabados. El tener trabajo y sentirme útil ha sido muy importante.

Mis padres, mi hermano y en el trabajo me han ayudado mucho, en la empresa donde trabajo lo sabe todo el mundo y saben que delante de mí no se puede consumir, no hablar de cosas que incluyan el alcohol porque me puede poner nervioso y también me preguntan mucho sobre cómo voy y lo que estoy haciendo. A nivel familiar todavía me queda mucho porque el resentimiento está ahí, cuesta cambiarlo pero así tenemos que ir, poquito a poco.

A mí me hizo cambiar el haber tocado fondo, el sentirme solo y el darme cuenta que como no pusiera remedio, me llevaba por delante. Es ese momento en el que te cambia el chip. Si no llegas a una situación así es complicado. Hacerle ver esto a otra persona que esté pasando por un trance similar es complicado, es muy difícil. Tiene que ser uno mismo. Una vez que das el paso no hay que dejarlo. Si piensas en dejarlo más de una vez y no puedes necesitas ayuda para dar el paso. 

Uno tiene que mirar para sí mismo, hay que pasar por un periodo de tu vida mirando por ti porque  si tú no estás bien, los de tu alrededor no van a estar bien. Tú sufres y ellos sufren. No es solo dejar el alcohol, también se trata de ir devolviendo todo lo que te han dado poco a poco y todo lo que has quitado. Yo he quitado mucho.

Ahora va todo bien, en el trabajo, sigo yendo a las terapias y acompaño a mi hijo cuando juega al baloncesto, me gusta mucho,  disfruto más de él. Mi mujer no viene a las terapias pero está empezando a venir a alguna actividad y a algún congreso, que venga me hace muy feliz. Poco a poco vamos ahí, demostrando las cosas. Cuando se consigue es muy bonito.

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