Andrés Merín, Adicción y toxicomanía, Zaragoza, España.

Adicción y toxicomanía

"La medalla que nos ponemos cada día"

Andrés Merín

Andrés Merín

Imagen de perfil de Andrés Merín, Adicción y toxicomanía, Zaragoza, España

Me llamo, Andrés, tengo 42 años, he sido consumidor de diversas drogas y alcohol. Empecé en 6º de EGB, con once años a consumir tabaco y hachis y como vengo de una familia con muchos hermanos, uno de mis hermanos mayores era consumidor y siempre tenía una piedrica de costo a mi disposición.

A los 14 años, antes de entrar al instituto, ya me dedicaba a vender y trapichear con hachis y robar tabaco. De ahí en adelante fueron speed, cocaína y tripi. Dejé de estudiar en bachiller a raíz de un problema con una profesora. Solo pensaba en trabajar y conseguir dinero.  

Al principio fue un consumo esporádico, pero luego los fines de semana ya era la barbarie, consumo de alcohol y diversas drogas hasta que se convirtió en un consumo diario y llegó a ser tan alto que me provocaba sobredosis y como resultado me diagnosticaron un principio de esquizofrenia con alucinaciones y paranoias. Me puse a tratamiento psiquiátrico pero seguía consumiendo. Una vez, me pilló la Guardia Civil y me condenaron tres años a continuar con el tratamiento, el cual quebranté e ingresé en prisión; estuve una temporada en la cárcel y pude salir gracias a un buen abogado y al problema psiquiátrico. Seguí consumiendo hasta que después de una nueva sobredosis ingresé en el hospital, estuve tres semanas y cuando salí me convencí que tenía que dejarlo totalmente. Allí vi a gente como yo que estaba destrozada, chavales jóvenes como yo parecían que tenían 80 años.

Uno de mis hermanos mayores es consuegro del presidente de la asociación ACVAAR (Asociación Cinco Villas de Alcohólicos y Adictos Rehabilitados), y cuando salí del hospital me lo encontré en casa, estuve hablando con ellos y entré en la asociación. A los tres meses tuve una recaída gorda donde me quedé inconsciente, me asusté mucho y ya me dije que no podía ser. Estuve cuatro o cinco meses sin salir de casa, aislado, sin ir a los bares, solo salía para ir a las terapias. Me sentía bien. Llevo ya tres años limpio y como una rosa. Al año de estar en la asociación dejé de tomar antipsicóticos,  antidepresivos y ansiolíticos. Ahora estoy como cuando tenía 10 años, muy bien, muy tranquilo, tengo más dinero que nunca, tengo a mi madre sana, yo estoy sano, mis hermanos están bien y no puedo pedir más.

En la asociación fue todo muy bien, todos tenemos algo en común, la terapia de grupo es lo único que funciona para la desintoxicación y la rehabilitación. Estoy muy contento, son muy buena gente. Espero no faltar a ninguna terapia, porque aunque me sienta bien, el ver que me haya recuperado entre comillas, porque es una enfermedad crónica, es un ejemplo para chicos que vienen nuevos con problemas parecidos y que pueden vernos como un ejemplo de recuperación. También veo a otros que se han recuperado y eso también me da fuerza para seguir. Algunos sábados nos juntamos unos cuantos a almorzar, es como otra terapia. Me gusta. No considero que tenga un estigma por ir a la asociación, ni miedo al qué dirán, yo soy de los que levanta la cabeza y saca el pecho. 

"Abrir los ojos, mirarse al espejo y reflexionar"

Foto de la historia de salud de Andrés Merín, Adicción y toxicomanía, Zaragoza, España

El hecho de haber entrado en la asociación y estar en abstinencia y rehabilitado también ha influido en mi familia, mis hermanos que también consumían algo o lo han dejado o han bajado mucho el consumo. Una de mis hermanas me ha apoyado mucho y un hermano mayor me dio el empujón para  ir a la asociación.

La única actividad que me ha servido es el “hibernar”, descansar de mente y cuerpo. No he sentido la necesidad de realzar otras actividades que me desconecten. No soy de hacer deporte ni de andar, tendré que hacerlo por el tema de la salud pero aún no lo hago.

A mí lo que me abrió los ojos fue escuchar a mi propio cuerpo. Cuando te dice basta, no te queda otra. Si alguien que te conozca y sea tu amigo de verdad y te insiste… pero hasta que uno no quiere por si mismo, las palabras de otros no suelen funcionar. Hay casos que si la pareja, los padres o lo hijos te obligan, pero en mi caso fue llegar al pozo, llegar al límite mental.  Abrir los ojos, mirarse  al espejo y reflexionar a ver si se consigue verse a uno mismo antes de llegar al pozo. O cambias tu vida o te quedas en la oscuridad. 

Ahora tengo sensación de libertad, de tomar mis propias decisiones, de poder decir que no. Es una sensación que te libera, te sientes más libre. 

Se puede salir y se puede cambiar.

Cada día de no consumo nos ponemos una medalla. 

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