María Jesús Fuertes, Poliposis adenomatosa familiar , Valencia, España.

Poliposis adenomatosa familiar

"La vida es bella y merece la alegría de vivirla, aún con los golpes que recibimos a lo largo de ella"

María Jesús Fuertes

María Jesús Fuertes

Imagen de perfil de María Jesús Fuertes, Poliposis múltiple familiar , Valencia, España

Mi nombre es María Jesús, nací en Valencia, tengo 54 años y estoy diagnosticada de poliposis adenomatosa familiar (PAF), el primer síntoma fue el año 1988 y hasta el año 2013 que fue mi última intervención quirúrgica no se me diagnosticó, después de 25 años.

PAF es una enfermedad producida por un gen mutado que es hereditario, que cuando aparece, las generaciones familiares posteriores lo heredan, en mi caso tiene la coletilla de no filiada porque no hay nadie en mi familia que lo haya tenido antes que yo, soy yo la que he mutado el gen y como no he tenido hijos no ha habido la posibilidad de yo lo transmita a nadie. 

He entrado en quirófano siete veces. La primera fue la más larga, me hicieron una ileostomía provisional. Entré en quirófano con la probabilidad de un uno por cien de ser una ileostomía provisional y así fue “provisional” durante 25 años. Entre por una rectorragia, siempre he sido una persona muy sana, estaba trabajando, estudiando y descubriendo la vida, había conocido hacía poco a mi novio, el que luego fue mi marido. Me fui a urgencias al ver la hemorragia y me quedé ingresada, me hicieron todo tipo de pruebas. En una colonoscopia descubrieron que tenía pólipos en el intestino. El día de la intervención ni conocía la existencia de la bolsa, estuve 12 horas en el quirófano, se turnaron dos equipos para intervenirme, era muy joven y trabajaron muy bien, lo que significó que me pudieran reconstruir el tránsito, tenía poco más de 20 años, era la niña de la planta y me sentí muy bien tratada.

Más grave fue la tercera intervención, fue por una septicemia, pesaba 40 kilos, y me había salido barriga, tenía fiebre y empecé a no encontrarme bien, en una de las revisiones me hacen pruebas y tenía una bolsa de pus en el abdomen, me la drenan con radiología, me la vacían, me mandan a casa, vuelvo a tener fiebre y vuelvo al hospital, me ven otra bolsa de pus, me lo vuelven a drenar y me quedo ingresada, cada día estaba peor. Un equipo de médicos me quería operar y otro no. Desde marzo hasta julio, estuve en el hospital, me creé un biblioteca en la habitación, esperando que el tiempo curase aquello, hasta que llega un momento que nos comentan de manera oficiosa que nos busquemos la vida porque no saben qué hacer conmigo. No saben como curarme, pedimos un segundo diagnóstico, porque tenemos derecho a ello en la Seguridad Social, se mandó mi historial a Madrid y a Barcelona, al no haber respuestas por ningún sitio y yo me estaba muriendo, aunque no lo sabíamos, firmo el alta voluntaria y me voy a un hospital privado de fuera de la Comunidad Valencia. Una vez ven mi historial, se dan cuenta que las pruebas que me hicieron no son válidas, las repiten todas y me dicen que la única solución es operarme. Me operan a mediados de agosto, me quitan 25 cm. de intestino delgado para sanearlo y el 31 de agosto me dan el alta, vuelvo a Valencia intervenida y sin ostomía.  Ahí empiece otra parte de mi vida con muchas más calidad.

La Seguridad Social me concede una invalidez permanente, pasa el tiempo, me recupero y pido el alta, me incorporo a trabajar y estudiar y a hacer una vida bastante normalizada, nunca vuelve a ser  igual después de que te quitan el intestino grueso, pero es bastante normalizada y con calidad.

En 2011 empecé con problemas de fístulas, todo derivado de los pólipos y de las intervenciones. Me aparecen, me desaparecen, se va complicando y empiezo a buscar médicos.  No vuelvo a mi hospital original porque tuve un juicio por negligencia médica que gané, cosa bastante rara, porque no se suele ganar contra los grandes organismos, pero al estar tratada en un hospital privado, conté con un informe independiente. Encontramos un equipo de coloproctólogos, no sabía que existía esa especialidad, y empiezan a tratarme las fístulas.  Llega un momento que mi calidad de vida es  desesperante,  muy mala  y le expuse  a mi cirujano que no podía estar cada dos meses entrando en un quirófano, ahora se abre, ahora no se abre, con antibióticos, y me comenta que la única solución es una ileostomía definitiva. Evaluamos los pros y los contras y fui a por la ileostomía definitiva. Me operó en el 2013, vivo con una ileostomía definitiva y espero vivir con ella  muchos más años.

Mi calidad de vida mejoró muchísimo, al principio salí muy débil, me tenían que ayudar a todo, pero, una vez pasados unos seis meses, empecé a mejora y mi calidad de vida hoy es muy buena comparada con aquel entonces.

Cuando me diagnosticaron, al recordarlo, me sigue recorriendo un escalofrío por el cuerpo, cuando volví a mi habitación en el hospital pensé:  lloraré y tendré que luchar, sin embargo, no lloré pero si había que luchar y luché.  Tenía a mi familia conmigo, a mi marido, que entonces era mi novio, era mi principio de noviazgo, estaba locamente enamorada,  el amor es una de las cosas que más me ayudaron a salir adelante. Él fue uno de mis principales apoyos, mi madre fue otro, siempre estuvo ahí y recuerdo que mi hermana estaba embarazada de mi sobrina  y yo quería conocer a mi sobrina. Esos tres factores me influyeron muy positivamente, me dieron muchas fuerza para seguir adelante.

Tuve la gran suerte de conocer a la que se considera la primera enfermera estomaterapeuta de España, Amparo Máñez que se ha jubilado hace muy poco, fue una  gran ayuda, una gran maestra, me enseñó a cuidar y a tratar mi estoma, a cómo hacer los cambios.

"Te da calidad de vida, te permite vivir, tener ilusiones, crear proyectos de futuro y valorar las cosas y a las personas"

Foto de la historia de salud de María Jesús Fuertes, Poliposis múltiple familiar , Valencia, España

Salí del hospital siendo autónoma para el cuidado personal de mi estoma. Hoy en día, aunque no tenemos suficientes estomaterapeutas, ya tenemos en muchos hospitales.

Actualmente  ha evolucionado todo, en general en todo el sistema sanitario, antes los médicos eran como dioses, pero ahora hay mucha más humanidad, más comunicación paciente-personal sanitario. Hay también muchas organizaciones, está Kurere dando voz a los pacientes de cualquier patología, Ostomizados España, que es el primer grupo que encontré de personas ostomizadas, buscando en redes sociales, están surgiendo muchas asociaciones, el material  de curas también ha cambiado mucho. Las personas que entran nuevaa en este mundo tienen a los médicos, a los especialistas, a enfermeros y auxiliares que cuando estás  ingresado en el hospital, son los que más tiempo están contigo, los estomaterapeutas, que te ayudan en el proceso de adaptación, que no tengas fugas y tu piel en buen estado, que buscan soluciones y también estamos los pacientes que llevamos más o menos tiempo intervenidos y que nos servimos de apoyo, unos a otros, pero yo, como paciente, pienso que hay una barrera psicológica que probablemente nos creamos los propios pacientes. Cuando entras en contacto con alguien que está ostomizado se crea una conexión, un tú a tú, porque lo que hablas, esa persona lo ha vivido y te entiende. Yo hago voluntariado con gente que acaban de ostomizar. Nos llaman los pacientes silenciosos, no se ve, yo lo comparo con el cáncer de mama, hace años no se hablaba de ello. Hoy en día ves un lazo rosa, una mujer mastectomizada y presume de haberlo superado, lo cuenta. Las ostomías, muchas, se llevan en silencio pero entre dos pacientes se crea una química, una conexión y las preguntas que te hace otro no tiene nada que ver con el tratamiento, las preguntas son más del tipo… ¿podré montar en bicicleta?, ¿puedo nadar?, ¿se ¿me va a despegar la bolsa?, ¿vas  a la playa? Te quedan muchas dudas que son del día a día, que hablando con compañeros se resuelven.

En mi primera experiencia, con 22 años, el hecho de que al salir del quirófano, a los dos días me confirmaran que era provisional, curó todos los miedos e incertidumbres, era algo que estaba ahí, que no me gustaba, pero como era temporal dejó de ser mi enemiga, aprendí a manejarla y sabía que tenía un final. La llevé en silencio, lo sabía muy poca  gente, aprendí a manejarla y las curas que no podía hacer yo me ayudaba mi madre. En 2013, fue una ileostomía definitiva, es para siempre, pero fue una elección mía ante la falta de calidad de vida  y supuso el menos mal de los males. Al principio, tuve muchos problemas de fugas, los sistemas que me pusieron no me funcionaban, tenía fugas constantemente, lo que me produjo úlceras en la piel. Con el tiempo y a base de prueba y error, encontré el sistema y que me permitió salir a la calle. Cuando nos ponen un estoma, todos pasamos por un duelo, no solo los duelos son por la muerte de alguien, que te pongas una ostomía de por vida es un proceso, a unos nos cuesta adaptarnos más y a otros menos.

Aceptar que llevas una bolsa de por vida, no es fácil, pero no es imposible, tengo compañeros que han salido del hospital con un sistema y nunca han tenido una fuga, y yo les digo, cruzar los dedos porque eso es maravilloso, porque en mi caso el problema de las fugas ha sido el más invalidante, porque me podía ocurrir en clase, en un autobús o en una avión. Es muy importante hablar con otras personas  ostomizados, antes de que los operen, porque muchas dudas y miedos se van a mitigar aunque no desaparezcan.

Hace unos tres años mi estomaterapeuta me comentó que se estaba formando un grupo en Valencia y nos liamamos y creamos la Asociación AVADO. La asociación ha sido para mí, una gran ayuda para salir adelante, porque hace tres años tuve un duro golpe, perdí a mi marido, mi compañero de vida, que ha estado ahí toda la vida desde que éramos novios, cuidándome, animándome, llevándome, trayéndome, y con el que toda la vida hemos estado hablando de la vida y la muerte, y siempre la que estaba más cerca de la muerte era yo, pero en unos meses, cambió la historia, tuvo un diagnóstico de cáncer en el mes de agosto y en abril del año siguiente falleció, después de haberlo superado. Su pérdida fue mucho más dolorosa que llevar una ileostomía definitiva, la asociación y mis compañeros estuvieron conmigo y me han hecho más fácil seguir adelante.

Que te tengan que poner una ostomia, es algo muy duro, pero cuando te recuperas te da calidad de vida, te permite vivir, tener ilusiones, crear proyectos de futuro y valorar las cosas y a las personas que, sin ello, no eras consciente.

La vida continua, la vida es bella y merece la alegría de vivirla. Los momentos duros los hemos tenido, los tenemos y los tendremos, pero en esos momentos siempre tenemos a alguien al lado, si no lo tenemos busquémoslo, si te toca una ostomía y no tienes a nadie, busca en los hospitales, asociaciones, redes sociales, encontrarás a gente maravillosa que te apoyará y que te ayudará a salir adelante.

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