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Vicente Pablo González, Amiloidosis, Santa Cruz de Tenerife, España.

Amiloidosis

"Somos los que tenemos que aportar la fortaleza y la vida. Es el mayor tesoro que puede tener una persona: la vida"

Vicente Pablo González

Vicente Pablo González

Imagen de perfil de Vicente Pablo González, Amiloidosis, Santa Cruz de Tenerife, España

Esta enfermedad empezó como un pequeño susto, algo que no entendíamos. Al final del túnel es donde ahora estamos. Me ha cambiado la vida casi un 95%, en mi actitud y mi positividad hacia el mundo y hacia la familia. Me ha tocado la parte emocional y afectiva y la disponibilidad para cualquier cosa. Para mí no hay pena, antes había un trauma para cualquier cosa pero ahora todo es positivo. Me noto que no soy yo, que ha cambiado mi cuerpo y mi pensamiento de una manera brutal. No me creo que esto me haya ocurrido a mí.

 Siempre fui un chico muy inquieto. Cuando pequeño me adoptó una familia, ya que mi madre falleció y mi padre no supo que mi madre estaba embarazada. Tuve una vida un poco regular. Estuve en un orfanato y allí pasé un tiempo difícil, hasta que vino mi padrastro y me adoptaron. Con la nueva familia hubo complicaciones, eran gente que discutían y había malos tratos por ambas partes. No era una vida cómoda para mí y pasé mucho.

En mi vida adulta me juré a mí mismo que si me casaba, eso no lo iba a repetir. Pasaron los años y me casé. Tuvimos una niña, que hoy tiene 35 años, a la que adoro. Jamás he pegado a ninguna mujer, he llevado una vida monástica, no fumo, no bebo y dedico mi tiemo al estudio. Mi afición es la música, soy tenor, toco el piano y la guitarra; he salido varias veces en la televisión cantando como solista. Me encanta la ópera, la parte clásica.

Tuve una vida feliz, trabajando. Soy ebanista. Trabajé mucho, tuve mi carpintería y gané mucho dinero. Lo que tengo se lo debo a mi padre, porque trabajé mucho con él, pero pasa el tiempo y empiezo a encontrarme cansado, con un cansancio prolongado con el paso de los meses.

Eso fue en el año 2016, cuando empecé a notar ese cansancio, pero no le di mucha mportancia.

Noté un detalle que ya tenía antes de 2016, y es que tenía la orina muy amarilla, casi casi tirando a dorado. Me dijo la doctora que no pasaba nada, me dio un antibiótico, pero a los dos días, la orina era muy oscura. Me hicieron pruebas en el hospital, más de treinta pruebas, que casi ni me acuerdo: hepatitis, tuberculosis... Una de ellas era una biopsia de riñón, y dio positivo en tumoración. Tenía un cáncer, muy pequeño, en una parte del riñón.

Y en una analítica, ya en 2018, se rompe la inquietud de saber lo que me pasaba y me dicen que tengo amiloidosis, y que tengo que ir al nefrólogo porque tenía tocado el riñón. Me dijeron: ‘el único que tiene amiloidosis AL en Santa Cruz de Tenerife, es el único. Le tocó ser ese uno de miles’. Eso me lo dijeron en 2018. Me tocó la lotería.

Hoy, en 2021, estoy perfectamente. Pero pasé de 2018 y 2019 con quimioterapia, con una inyección cada tres días que me produjo caída de cabello. En 2020 me hicieron un trasplante de sangre. Me pasé ocho horas en una habitación, en una nevera grande, que es un aparato que te quita toda la sangre de tu cuerpo, la pasa a una máquina, la destila, las células madre las deposita en una bolsa y te la devuelve a tu cuerpo. Fueron cinco litros en total. La máquina te saca otra vez la sangre y te saca una cantidad de médula y la congelan durante una semana, mientras estaba hospitalizado.

Se me produjo una hinchazón en la garganta y bajé 15 kilos, estaba casi esquelético, muy delgado.

Ahora me están haciendo una analítica cada tres meses, han bajado las células tumorales, ha bajado la enfermedad, así que estoy en primaria: como me dejaron a cero de defensas, ahora me están poniendo todas las vacunas que me pondrán durante un año: hepatitis, tuberculosis…

Respecto a las emociones, me encuentro bien. Hay días que me encuentro más cansado. El efecto es que te levantas y parece que te ha pasado un camión por encima. Me tomo una pastilla, y al ratito, ya me levanto, hago café, hago cualquier cosa, aunque de actividad, poca porque enseguida me viene el cansancio. A las siete u ocho horas me tengo que tomar otra pastilla para seguir haciendo cosas. Así que estoy empastillado todo el día.

Cuando me diagnosticaron, no me dieron mucha información. Así que investigué y contacté con la Asociación de Amiloidosis. Me dijeron que en el Hospital de La Paz hay una parte entera para esta enfermedad.

El diagnóstico me cayó fatal, yo ya estaba viendo la muerte antes de llegar a casa. Me habían dicho que esta enfermedad no tiene cura, pero me lo tomé con la filosofía de que aquí acaba todo, esto era el final, sin remordimientos; si me tiene que pasar, pues qué le vamos a hacer. No con lloros, ni dolor, sino tomando conciencia de lo que me pasaba, cogerlo con ganas y fuerza y vivir la vida a tope hasta que llegue el día.

En Inglaterra está en fase tres la vacuna que se come, a través de una célula, todo tipo de cáncer, todo tipo de amiloidosis. Y si aquí no me lo pueden hacer, me iré a Londres.

Yo soy consciente de que esta enfermedad puede acabar con mi vida, pero no lo tomé con mucho dolor. Decaí dos o tres días pensando que dejo a la familia, mucha ilusión y trabajo y proyectos por terminar. La ilusión de vivir y de hacer muchos proyectos. Pero si tengo que acabar, me lo tomo con entereza y con humildad. Mi cuerpo me lo prestaron y el único que vive y permanece es el espíritu de la persona. Y sé que yo lo tengo fuerte. La carne nos la tenemos que quitar un día e irnos a otro lado.  

"Vamos a agarrarnos al día a día. El ayer ya pasó, el hoy es hoy y el mañana está por ver"

Aunque soy un poquito ateo en algunos sentidos. Tengo una religión adaptada a mi personalidad. Soy más humano que religioso. Soy religioso en el sentido de que hay algo más superior a nosotros, pero lo que yo hago es para los demás, dar cariño, dar amor, dar sinceridad. Soy un hombre tremendamente sincero, tengo alma de niño y me encanta ayudar a la gente. Soy un buenazo. Me ha dicho mi familia que soy muy buena persona, y eso para mí es un elogio. Me lo ha dicho muchísima gente. Es la única religión que profeso: el amor a los demás.

Quiero el bien para todos. Que a la gente le vaya bien. Que le vaya bien por la vida. Hay que alejarnos de gente tóxica.

Y la enfermedad la he tomado como un paso más en la vida. Si el semáforo está en verde pasamos, y si está en rojo nos tenemos que detener. Esta filosofía me ha ayudado al 99’9 % en todo lo que me ha pasado en la vida. Y me ha dado una entereza enorme. Soy optimismo, alegría, para nada negativo. Lo veo todo en positivo. Todos los árboles no salen iguales, unos salen curvados, otros con una enfermedad. Hay de todo. Los médicos te dan un diagnóstico, pero la realidad la tienes que pasar tú. Tienes que tener la fortaleza para salir adelante, tiene que salir de ti, está en ti, está en nosotros. El optimismo está en el hombre. Si llevamos una línea de disciplina te acostumbras a eso y nada es feo.

Cuando veo que el cuerpo me flaquea, le doy el antídoto mental: ‘Aquí de enfermedades nada, a salir y a dar una vuelta’.

He estado trabajando en esto desde pequeño. No por la enfermedad, pero sí que a partir de ella hubo una limpieza mental. Me he encontrado más fortalecido que antes. Antes trabajaba al 80 % y ahora al 99’9 % de mis posibilidades.

Lo primero que le diría a alguien que está en esta situación es que tenga conciencia de lo que tiene, que se documente, y que crea en él mismo, que la fortaleza está en su interior, que ha nacido con ella. Que tarde o temprano saldrá adelante, siempre con optimismo. Que no se derrumbe, porque es una prueba que todos tenemos que pasar. Que tenga el ánimo de salir adelante. Y que si no puede hacerlo por sí mismo, que acudan a alguien sincero, un psiquiatra, o un amigo sincero, que le pueda orientar.

Buscar la respuesta en la naturaleza, en caminar, en hablar con un amigo, salir a la playa, ir con los amigos al campo, a comer. Hacer las cosas que le apetezcan. Que no se reprima.

La medicina no lo da todo, nosotros debemos dar casi el 80 %. Somos los que tenemos que aportar la fortaleza y la vida. Es el mayor tesoro que puede tener una persona: la vida.

Si no se puede por si mismo, aconsejaría acudir a un profesional, un psicólogo para ir descargando. Tenemos una buena Sanidad, no nos debemos sentir solos. Hay muchas personas que ayudan a pacientes como nosotros.

Yo me ofrezco, con toda la humildad del mundo, para poder darles consejos. Encantado y lo haría de mil amores, con todo mi cariño.

Y que en esta vida nada es para siempre. Vamos a agarrarnos al día a día. El ayer ya pasó el hoy es hoy y el mañana está por ver.

En mi día a día, me levanto temprano, estudio sobre leyes cósmicas. Si tengo dolores me tomo la pastilla, y estoy tranquilo. Siempre en mi interior estoy tranquilo: ‘no te pasa nada’. Y me levanto como si me quemara la casa: voy a desayunar, salgo, vengo, compro cosas para las plantas. Yo vivo. Tengo la visión de que el día a día es más importante que el ayer y que el mañana. Hoy es el día que gozamos.

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