Eugenio Megias, Afasia, Madrid, España.

Afasia

"Quería estar bien, volver a ser el de antes"

Eugenio Megias

Eugenio Megias

Imagen de perfil de Eugenio Megias, Afasia, Madrid, España

Soy Eugenio Megías, antes de sufrir el ictus, hace ya 15 años, era profesor en la Universidad, en Madrid, soy Matemático y me gustaba enseñar y dar clases.

Nací en un pueblo de Badajoz, pero cuando tenía 15 años, mi familia se trasladó a Madrid, y ahí crecí, estudié y formé mi familia; aunque desde el inicio de la pandemia del covid-19, vivo con mi hija en Taramundi, Asturias.

Ella se empeñó en que no me quedara sólo en mi piso de Madrid, aunque estoy deseando que me vacunen para poder volver a mi casa.

Como he dicho, hace 15 años, sufrí un ictus, estaba en una oficina, haciendo unas gestiones, y de repente, noté que no podía escribir, sujetar el bolígrafo y, que poco a poco, me iba cayendo.

Ingresé en el Hospital Ramón y Cajal, y estuve cuatro días en la UCI, además de otros quince ingresado.

El ictus me afectó al lado izquierdo, cuando me desperté tenía la pierna torcida igual que el brazo y la cara.

Al salir del hospital, me dijeron que necesitaría una silla de ruedas y, que sería difícil recuperarme. Volví a casa, con mi mujer, pero ella tenía que trabajar, no podía estar todo el día pendiente de mí, mi hijo trabajaba también, y mi hija vino dos meses a ayudarnos, pero tenía que volver a sus estudios en Cádiz.

Yo quería estar mejor, quería mejorar rápido, pero la Seguridad Social no me ofrecía la ayuda de un fisioterapeuta, de manera que tuve que buscar uno privado, con el que sí conseguí grandes avances.

Por mi parte hacía todo lo que podía para desenvolverme solo; cuando mi mujer y mi hija tuvieron que volver a su rutina.

Empecé a hacer natación, pero el primer problema que me surgió fue, llegar a las instalaciones de la piscina; y es que, a pesar de que estaban a pocos metros de mi casa, para mí, suponía un tremendo esfuerzo llegar.

Recuerdo que al principio tenía que parar varias veces por el camino a descansar, pasaba más tiempo en el trayecto y cambiándome, que en la piscina. Además de que, obviamente, me costaba mucho nadar, ya que como he dicho, el brazo y la pierna no me quedaron bien.

No obstante, seguí entrenando, seguí practicando durante cuatro años, para volver a nadar con soltura y normalidad.

Cuatro años, sin rendirme, porque yo quería estar bien, volver a ser el de antes.

Aunque a veces, no quería quejarme, no quería ser una carga, y aguantaba el dolor; así aguanté mucho tiempo un intenso dolor en el pie afectado, ya que se me quedó torcido, hasta que se lo dije a mi hija, y me ayudó a solucionarlo.


 

"Moverse, hacer cosas, no abandonarse. Hacer las cosas por uno mismo."

Foto de la historia de salud de Eugenio Megias, Afasia, Madrid, España

Un día, mi hija vio el anuncio de un neurólogo especialista en problemas como el mío, daño cerebral adquirido, y me pidió cita con él. Este médico me prescribió unas inyecciones, que por cierto eran carísimas, pero que realmente, no me hicieron efecto, no noté mejoría ninguna.

Los seis primeros años, tras el ictus, fueron muy duros, los peores, tuve que aprender a hablar, pero también a leer y a escribir de nuevo.

Aprendí gracias a una empresa dedicada a mejorar la educación, la formación de los niños, les ayudan a mejorar sus habilidades, a coger rapidez, agilidad. Y ahí, entre niños pequeños, aprendí a leer de nuevo y a escribir. Recuerdo que yo era el único adulto, y a veces estaba rodeado de niños de 6 o 7 años, a los que les pedía que me chivaran las respuestas, y nos reíamos mucho.

No he ido a psicólogos, ni psiquiatras, no creí que los necesitara.

Mi consejo a los familiares de un paciente de ictus es que le obliguen a moverse, a hacer cosas, que no le dejen que se abandone, y para eso lo mejor, es que le dejen solo, que tenga que hacer cosas por sí mismo.

A día de hoy, bueno, antes de la pandemia, soy una persona activa; voy al cine, visito a la familia, doy largos paseos; no puedo leer, que me encantaba, porque me afectó a la vista, pero no paro.

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